Ella viene y se va, recauchuta y parchea corazones y los vuelve a abandonar. Escoge el camino de árboles resquebrajados en vez del que le pinto yo con óleo en el mar. Es más definido que el que ella busca, sin un fin concreto, sin límites.
Lo que distingue su vida de la de quienes la adoran es precisamente su falta de adoración, o su adoración equivocada. El valor de uno solo de sus cabellos cotiza más alto que la más alta empresa de belleza .
Como la línea que separa el pasado del presente, ella es fugaz, frágil, irretenible. Es inconmesurablemente más impredecible que los débiles corazones que inútilmente intentan detenerla. Todo lo contrario que su recuerdo, convertido en la añoranza de su presencia con el paso del tiempo, que a su vez se sucede a sí mismo mientras el resto de las personas parecen no percibir la misma sensación.
La última vez que la vi sus ojos dejaban en evidencia la pálida pintura verde de la pared. La tez de su piel blanca y lisa. Su figura, tan vulgar, tan juvenil como su ropa. Ningún modisto hubiese sido capaz de diseñar una prenda que hubiese podido realzar más cualquiera de sus virtudes. No era llamativa a simple vista. Un tipo como yo no se hubiese parado a mirarla por la calle. Sin embargo, cuando vi que me miraba, no existió nadie más. Cuando me di cuenta de que me sonreía, la nieve empezó a arder en las blancas montañas de Siberia...
Y un ángel se echó a llorar...y yo le acompañé. La amaba todo lo que ella deseaba que la amaran otros...
José Fernández
¿Adónde va?
Servido por
Dafne
domingo, 6 de septiembre de 2009
3 tazas de té:
Precioso. =)
que bonito...me emocione^^
precioso texto ^^
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