Lunes 28 de septiembre de 2009

[…]

Era curioso cómo habían avanzado en tan poco tiempo. En menos de un mes habían
desarrollado unos lazos que ni ellos mismos podían entender, pues, cada vez que lo pensaban,
se sorprendían al encontrarse sin respuesta. Cualquiera que los hubiera visto habría pensado
que se conocían de toda la vida, pues la complicidad con la que se hablaban no era muy
común. Quizá era eso lo que los hacía tan especiales. Una chica morena, de piel clara y ojos
brillantes. Un chico castaño, alto y con aspecto interesante. La diferencia de edad era poca,
pero a ellos les gustaba exagerar cuando hablaban de ello. Aunque a simple vista pudieran
parecer diferentes, varias son las fuentes que los confirman como iguales. No sabría enumerar
sus parecidos, pero la simple timidez con la que hablaban el uno con el otro ya era una
confirmación más que suficiente. Entre una multitud ella consiguió encontrarlo. Tenía aspecto
de despistado, pero tampoco es que fuera muy difícil despistarse ante semejante panorama.
Solo había caras extrañas y eso aturde a cualquiera. Pasado un rato la vio y entre nervios y
risas el momento del saludo pasó volando. Andaban y andaban… Él tenía que arreglar unas
cosillas, así que ella lo acompañó sin objeciones, total, por algo estaba allí, ¿no? Se sentaron
un rato para así poder saldar viejas deudas y, aunque estaba cegada por el sol, no pudo dejar
de fijarse en sus pequeños detalles y recordar los ya pasados. Su forma de comportarse le traía
recuerdos, pero prefería no sacarlos a la luz. Después de ese rato junto al calor del café, se
despidieron sabiendo que pronto volverían a verse. Y… el momento llegó. No había entrado
casi la tarde y ahí estaban otra vez. Las palabras salían solas, la timidez se había aparcado
un poco, pero solo lo justo ya que no era algo de lo que uno se pudiera librar fácilmente.
Ella en silencio seguía observando cada detalle, era algo que no podía evitar. La forma en
que caminaba, su pelo, la rectitud de su nariz, el movimiento de sus manos… Realmente no
podía evitar que todo eso le recordara a otro alguien, pero eso… todo eso cambió cuando la
miró. Aunque sus ojos se asemejaban a unos ya conocidos, su mirada tenía algo que lo hacía
inconfundible. Ahí había suavidad, cariño… Era de ese tipo de miradas que se recuerdan,
que no se olvidan porque nunca sabes cuándo volverás a ver algo así. Las horas pasaban
entre risas, comentarios, sonrojos… A él le dio por pellizcarle la nariz. A ella por preguntarse
repetidas veces “pero ¿qué pasa con mi nariz?” Incluso una vez lo dijo en voz alta, aunque solo
obtuvo una risa y una mirada de refilón… En fin. Sabía que no lo hacía a posta, pero sentir su
mirada le hacía sonrojar y lo curioso es que a él parecía no importarle lo más mínimo. Pero
bueno, supo aguantar e incluso ahora que no está, echa de menos esos momentos.

Lo que vino después no fue nada destacable: lluvia, pagos y despedidas. Ya lo dijeron unos
genios, lo que dulce empieza, amargo acaba, pero cierto es que las caras se les iluminaron
al caer en la cuenta de que aún les quedaban muchas cosas por hacer. Relojes, viajes,
almuerzos… ¿Qué será lo próximo?





Y no, entonces no sabían la de cosas que pasarían en un año...

Carta a amores eternos

Querido mío:

Para empezar no sé si me recordarás, hace tantísimo que no nos vemos. Quizá sea un completo atrevimiento que yo te escriba esto, pero no he encontrado otra forma de ponerme en contacto contigo. En plena tarde de melancolía, de vasos llenos de coñac y humo, tu recuerdo se ha hecho dueño de mi mente y se ha apoderado de cada rincón de mi hogar. Mi casa, que tantas veces soñé que fuera también tuya, te acogía y te invitaba a quedarte un tiempo conmigo. Las alfombras reclamaban tus pasos, los espejos tus ojos, así como el tarro de perfume pedía a gritos poder sentir tu piel. Después de tanto recuerdo, caí a los pies de la cama, presa del cansancio acumulado. Demasiadas noches en vela a la espalda. Encontré tranquilidad hasta que, por culpa de un ruido, me desperté. Era como si alguien gritara un nombre. No era el mío pero tampoco puedo decirte si era el tuyo, hace tanto que te añoro que mi mente ha olvidado cada letra de aquel que era tu nombre. Parece realmente que esta casa está conectada conmigo pues, sin yo hacer nada, comenzó a sonar la canción que un día bailé contigo. La música reclama tu voz.

Hace demasiado que no apareces y ya no sé qué hacer. Aún llevando tanto tiempo echándote de menos, no consigo acostumbrar a mi alma a no tenerte. Mi mente te necesita. Toda yo te necesita.Tu ausencia me asfixia más que cualquier boa, más que cualquier veneno líquido. No puedo llamarte, no puedo gritarte, no puedo sino esperarte sentada en este sofá que tantas veces me vio extrañarte. Mientras, callaré mis voces escribiéndote.

Si al menos pudieras responderme...

Si al menos te conociera...

Séptimo

Domingo de calles vacías

de niños que saltan vallas
de vallas llamadas Gracia
de gasolina sin echar.

Domingo de soledades
de tartas de desprecio
de playa como desayuno
de confetti en la catedral.

Domingo de besos dulces
de despedidas a la carrera
de preguntas con respuesta
de fuego constitucional.

Domingo de mar salado
de toneles de helado
de pescado bien asado
de perritas sin rechistar.

Domingo de desvíos,
de explicaciones mal dadas
Domingo que mis hadas
quisieron que no odiara más.

21 years



Tara Blaise – 21 Years

[...]

Yes my love, I’ll design
Stars above, And my
Greatest gift will be
21 years of laughter and love
For me.

All the roses fall,
All the trees no matter how tall
Eventually.
And the promise we made
Does not break, does not fade,
Just like you said it would be.

[...]




Aunque fue ya hace algunos días, ahora es cuando encontré un respiro...
El verano se acaba y próximamente más noticias! Nos leeremos las letras, pezqueñines!

11/09/2001

Hoy vengo a traerte flores


Rosita


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S.Fernando/Sevilla, Cádiz/Sevilla, Spain
"Una profunda pesadez atenazó sus miembros, su pecho se cubrió de gruesa corteza, su pelo se convirtió en hojas, sus brazos en ramas y sus pies, antes tan veloces, fueron atrapados por lentas raíces, mientras que su rostro fue la copa. Nada quedó de ella, excepto su luminoso encanto."