Lucero

Y allí estábamos todos en un pueblo de no más de un kilómetro cuadrado en lo alto de la montaña. Había un riachuelo y una pequeña casa cuyos dueños eran los únicos habitantes del pueblo. A sus pies se podían ver miles y miles de hectáreas de olivos, los cuales oscurecían muchísimo los alrededores, por lo que el pequeño poblado quedaba libre y claro entre toda esa oscuridad. Sin pensármelo dos veces me dirijí hacia el único hombre del pueblo, aquel viejecito dueño de la casa ya mencionada antes.
- ¿Dónde estamos? -pregunté.
- En el pueblo. -contestó él tranquilamente y haciéndome parecer la persona más tonta del mundo, ya que tanto la pregunta como la respuesta eran evidentes.
- Sí, lo sé... pero, ¿en qué provincia? ¿dónde?
- Ahh, pues eso es fácil, estamos en Jaen. -contestó su esposa, que acababa de salir de la casa después de una tarde haciendo magdalenas.
- ¿Y cómo se llama el pueblo?? -volví a insistir no satisfecha con lo que me habían comentado.
- Este pueblo no tiene nombre, es tan pequeño e insignificante que nadie se ha parado a pensar en ponerle uno y, la verdad, no suele venir mucha gente y menos aún, que nos pregunten por él. Eres la primera persona que se preocupa y llega hasta aquí arriba. ¿Sabes? ¡Esto está tan alto que se puede ver desde el cielo! Somos como una pequeña estrella entre un cielo oscuro.
- Mmm, creo que deberíamos ir pensando en un nombre... -dije yo después de haber escuchado lo que había dicho.
- Pero ¿para qué? Si no somos nada.
- Vosotros pensareis que no sois nada, pero bueno, ¡se os ve desde el cielo! eso ya es algo más importante. Aunque, no solo eso. Todo el mundo debería conocer este pequeño pueblo y quienes aquí habitan. Todos deberían conocer la luz que irradiais. Todos deberían tener en cuenta a una de las estrellas que, desde aquí arriba, iluma la tierra que pisamos.
- Vaya, no pensábamos que esto podría darte tanto en qué pensar... y bueno, al final ¿cómo le llamamos? -dijo la viejecita poniendo ambos brazos en jarra y con una amplia sonrisa en la cara.
- Lucero... oh, mi lucero...

2 tazas de té:

Niebla 15 de julio de 2009, 20:53  

El pueblo sin nombre.....bonito relato :D

Juan Carlos Loaysa 15 de julio de 2009, 22:07  

Me ha gustado mucho la descripción, muy vívida, a la par que sencilla. Escribes muy bien, bueno, según Kiüs has mejorado, te seguiré.
Por cierto, si me aceptas una sugerencia, revisa el estilo cuando acabes de escribir (¿Y cómo se llama el pueblo??), no seas como Mirthas.

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S.Fernando/Sevilla, Cádiz/Sevilla, Spain
"Una profunda pesadez atenazó sus miembros, su pecho se cubrió de gruesa corteza, su pelo se convirtió en hojas, sus brazos en ramas y sus pies, antes tan veloces, fueron atrapados por lentas raíces, mientras que su rostro fue la copa. Nada quedó de ella, excepto su luminoso encanto."